lunes, 11 de febrero de 2008

El Legado de Arsenio Salazar


Nota Publicada Diario El Liberal de Santiago.10-02.2008

La biblioteca Jorge Washington Ábalos, del barrio Autonomía, fue casi desde su origen una de las más concurridas de la ciudad. Varios factores influyeron para que esto fuera así. Algunos de tipo humano, otros de tipo histórico y social. Entre los primeros -los de carácter humano-, se encuentra la presencia de personalidades singulares que le dieron envión inicial y motorizaron luego su desarrollo saludable y consolidación posterior. Mario A. Salazar, Raúl Lima, Carlos E. “Coco” Manfredi, Graciela Ruiz de Manfredi, Raúl Jorge, el matrimonio de Gricelda y Juan Castellanos, Wilfrido Gómez, Anamaría de Bruna, formaron un verdadero núcleo de activistas culturales. Semejantes a una fuerza radioactiva, diseminaron el entusiasmo entre los primeros socios, para llevar adelante una feraz actividad difusora. Mario A. Salazar, uno de sus primeros presidentes, fue quien mayor impulso imprimió a este verdadero Centro Cultural del barrio Autonomía. Hijo de don Arsenio Salazar, destacado dirigente vecinal y social de luminosa actuación hasta mediados del siglo XX, sabía mejor que ninguno que los libros hacen libres a las personas. Don Arsenio Salazar había sido fundador de la biblioteca Alberdi, sitio de cuyos venerables anaqueles obtuvieron información varios de los mayores intelectuales de esta provincia. Socialista Democrático, don Arsenio infundió no sólo en su familia sino en toda la comunidad del por entonces llamado “Barrio Norte”, profundas nociones de progreso, disciplina y solidaridad social. La biblioteca Jorge Washington Ábalos fue pensada como un sitio donde quienes lo necesitaren podrían obtener los libros de estudios, primarios, secundarios y universitarios que requerían los programas de estudio en los diferentes niveles. Pero también como una biblioteca para los amantes de las bellas letras, el pensamiento elevado y la investigación en todos los campos. Así, en ordenados anaqueles contaba con todos los textos escolares de estudio mencionados, y en sus secciones de literatura y ciencias otros que incluso constituían joyas literarias, que difícilmente podrían haberse encontrado en las librerías. Por ejemplo, una antología del Instituto Di Tella, de los años 60, que presenta en sus numerosas páginas posiblemente la mejor producción poética del siglo XX que haya podido entregarse en conjunto. Debido a las sucesivas crisis económicas de los años 80, llegó un momento en que la biblioteca no daba abasto para la cantidad de niños y adolescentes que concurrían a su modesto edificio con el propósito de consultar los libros de estudio. Además de la población del barrio Autonomía, ya de por sí numerosa, se había ido sumando, lenta pero inexorablemente, una inmensa cantidad de familias de origen muy humilde, quienes formaron un gigantesco anillo en las afueras y alrededor del centro urbano. A todos se atendía por igual, con deferencia y consideración. Estamos seguros de que muchos de aquellos niños, hoy estudiantes universitarios, profesionales, o trabajadores en diversos oficios, recuerdan con afecto y agradecimiento a los libros de la biblioteca Jorge Washington Ábalos, a sus autoridades y a sus siempre atentas bibliotecarias. Pero además la biblioteca fue un espacio donde se efectuaron actividades culturales del más alto nivel. Podemos destacar, entre varias, la presentación del último libro del novelista cordobés Fernando López (premio Casa de las Américas 1986), la presentación del libro “El Malamor” del escritor Julio Carreras (h), conferencias de destacados intelectuales santiagueños como José Andrés Rivas, presentaciones poéticas interprovinciales, recitales de música clásica, rock, folklore, exposiciones de pinturas, una exposición antológica de Gustavo Tarchini... y tantos otros actos de este tipo que resultaría imposible consignarlos en una sola página. Además de esto, constantemente a lo largo de los años se efectuaron talleres de dibujo y pintura, artesanías, talleres literarios, talleres de enseñanza musical y otros. Al acceder la institución a la posibilidad de contar con una sala más amplia, comenzaron a efectuarse también talleres de danzas clásicas y folklóricas, enseñanza de yoga, gimnasia y otras actividades con numerosos participantes. Por si todo esto fuera poco, la biblioteca fue, desde fines de los 80, un espacio donde se concitaron prácticamente las mejores inquietudes del barrio. Así, los centros vecinales de esta comunidad ocuparon sus salas para llevar adelante loables actividades. También asociaciones de defensa del consumidor, de derechos humanos o simplemente de amigos con inquietudes culturales tuvieron siempre su espacio en esta noble biblioteca. 

No hay comentarios: